Un 20 de septiembre, pero de 1728, falleció don Antonio de Deza y Ulloa Mencía, destacado funcionario y fundador del Real de Minas de San Francisco de Cuéllar, hoy ciudad de Chihuahua.
Nacido en Huejotzingo, Puebla, en 1658, hijo de Fernando de Deza y Ulloa y Antonia Mencía de la Lama y Porras, Deza y Ulloa estudió gramática en la Universidad de México y era un ávido aficionado a la poesía. A lo largo de su vida, se desempeñó como alcalde mayor de Zacatlán y Huejotzingo, caballero de la Orden de Santiago y hombre de cámara del Rey de España.
En 1708, a sus 50 años, asumió el cargo de Gobernador y Capitán General de la Provincia de la Nueva Vizcaya, función que desempeñó hasta 1712. Durante su gestión, fundó el Real de Minas de San Francisco de Cuéllar el 12 de octubre de 1709, asentamiento que más tarde se convertiría en San Felipe del Real de Chihuahua y finalmente en la ciudad que hoy conocemos como Chihuahua.
Tras regresar a la Ciudad de México en 1712 por su nombramiento como oficial de la Real Hacienda, Deza y Ulloa falleció a los 70 años. Fue sepultado en el Templo de San Francisco de Asís, en la capital del país, en un ceremonial que incluyó honras caballerescas, acompañado por 100 personas y un numeroso concurso de ciudadanos y caballeros, según relata el historiador Zacarías Márquez Terrazas.
Su legado perdura hasta nuestros días como fundador de Chihuahua, dejando una huella imborrable en la historia de la región.
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