Hace 11 años, en 2012, el mundo se vio envuelto en una oleada de especulaciones y teorías apocalípticas debido al fin del calendario maya. Este antiguo calendario, que ha fascinado a arqueólogos y astrónomos durante siglos, llegó a su supuesto fin el 21 de diciembre de 2012, desatando temores y expectativas en todo el mundo.
La cultura maya, conocida por sus avanzados conocimientos en astronomía y matemáticas, desarrolló un calendario que abarcaba ciclos extremadamente largos. El calendario en cuestión, conocido como la Cuenta Larga, culminaba en una fecha que coincidía con el solsticio de invierno en el hemisferio norte. Aunque para los mayas este evento marcaba simplemente el final de un ciclo y el inicio de uno nuevo, muchas interpretaciones modernas llevaron a creer que se trataba del presagio de un apocalipsis inminente.
Sin embargo, el 21 de diciembre de 2012 llegó y pasó sin incidentes catastróficos, desafiando las predicciones apocalípticas. A pesar de la falta de evidencia científica que respaldara tales afirmaciones, el fenómeno capturó la imaginación del público y generó numerosas teorías conspirativas.
La lección aprendida de este episodio es que, a menudo, los eventos históricos y culturales pueden ser malinterpretados o exagerados. La curiosidad por el misterio del fin del calendario maya ha perdurado, recordándonos la importancia de abordar estos fenómenos con un enfoque crítico y basado en la evidencia.
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